DE ASUNTOS PÚBLICOS ARGENTINA

La apuesta de y por Vidal

Cambiemos tiene candidatos propios en todos los distritos del país. En algunos casos son 100% amarillos como por ejemplo en la Provincia de Buenos Aires con el ex Ministro de Educación Esteban Bullrich, en Córdoba con el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi o en Misiones con el apoderado del PRO, Humberto Schiavone. En otros son aliados del frente de gobierno, como José Cano de la UCR en Tucumán, Elisa Carrió de la CC en CABA o en San Luis con el ex gobernador que respaldaron hace unos años los hermanos Rodríguez Saá”, Claudio Poggi.

Pero la estrella de la campaña, y del gobierno en general, es María Eugenia Vidal. Según el último sondeo de opinión de Sinopsys Consultores, la actual gobernadora bonaerense tiene 52,7%  de imagen positiva contra un 34% de negativa en el ámbito de la provincia. Pero esos números son fácilmente replicables, o al menos cercanos, si lo trasladamos a nivel nacional. Si bien Vidal forma parte de los nuevos jefes provinciales, su perfil tiene alto conocimiento en todo el territorio nacional.

Por lo que significa Vidal simbólicamente y por lo que significa la provincia de Buenos Aires electoralmente, Cambiemos decidió usar a la propia Gobernadora como carta de presentación en la campaña. En todos los spots que lanzan, en cualquier programa de televisión o en las recorridas bonaerenses, la ex Vicejefe de gobierno porteña sobresale por encima de los candidatos. Pero no es casual.

La estrategia del oficialismo es usar su imagen para impulsar a sus candidatos, entre los que se destaca el propio Bullrich, Gladys González, “Toti” Flores (un lilito) y Graciela Ocaña (que entró por la ventana a Cambiemos y se quedó con el primer puesto de la lista de candidatos a Diputados siendo legisladora de la Ciudad). Todos, menos Ocaña, tienen un bajo nivel de conocimiento. Insistimos, la candidata es Vidal, y por eso Carrio fue a Capital Federal y no a provincia, a pesar que ahora hace campaña en el distrito más grande del país.

Pero Vidal además juega sus propias cartas. Sabe lo que representa y lo que creció. Replica en cuanta oportunidad tiene que a ella se la subestimó en la última elección. Y ahora ocurre lo mismo según quien haga el análisis. Claro, nadie creía que le podía ganar al peronismo y nadie quería creer que el peronismo en 2015 presentó al peor candidato que podía proponer. Entonces desde, esa posición, no sólo humaniza su discurso (contrastando su rol de luchadora contra las mafias y trabajadora incansable con su lugar de madre soltera de tres hijos) sino que también lo categoriza.

¿Cómo lo hace? Principalmente desde la negación. “Yo no estoy pensando en ser candidata a Presidente…ellos sí” (por CFK, Massa y Randazzo); “Si perdemos esta elección, no es el fin del mundo”. Frases que parecen por naturaleza pesimistas, pero que en realidad esconden otras intenciones. En Argentina está mal visto que los políticos admitan que están pensando en tener otro cargo al que tienen hoy. Se plantea entonces la pregunta de por qué, si a nivel corporativo se valora la ambición por crecer, en política lo vemos como una conducta egoísta.

Si vamos más allá. ¿Por qué Vidal hace tanto hincapié en eso? Será porqué está preparando el terreno. Varias autoridades del gobierno, viendo las encuestas de intención de voto, comienzan a mencionar que las PASO serán un buen termómetro del acompañamiento de la gente, o no, pero en realidad no importa tanto ese resultado. Si realmente CFK gana esta interna, la gente automáticamente se dará cuenta que tiene que comprometerse más y por ende en octubre será el oficialismo el que ría último.

Y en caso que eso suceda, le permitirá a CFK plantearse seriamente ser candidata a Presidente en 2019. Es una incógnita. Pero si esto se concreta, nuevamente aparece Vidal en escena. Una Cristina fortalecida desde el Congreso, con fueros, y por ende con la justicia más condicionada en la posibilidad de avanzar sobre su figura, la pondría en carrera, si ella así lo quisiera y por ende Vidal se convertiría en la carta ganadora de Macri en esa elección. Cambiemos no tiene grandes nombres más allá del mismo Presidente de la Nación. O al menos con chances de poder ser candidato a Primer Mandatario. Claro que la primera opción para sucederlo al Presidente en 2019, es el mismo Mauricio Macri.

Vidal está manipulando sus expectativas futuras. Está centrando la discusión, junto al Presidente y por momentos con Marcos Peña, contra Cristina. Que contesta con una campaña más del estilo PRO que del estilo kirchnerista. No tanta confrontación, sino más bien hacer que la gente hable y ceder el protagonismo entendiendo cuál es su lugar hoy (por convicción y por necesidad al mismo tiempo).

Más allá de la polarización entre ellos y nosotros (ahora invertida), lo más jugoso de esta elección desde el punto de vista del análisis, está puesto en cómo obtener el equilibrio justo para que CFK le permita al oficialismo seguir teniendo argumentos de confrontación, mientras desarrollan su propio relato. Simultáneamente se plantea el interrogante de cómo darle fuerza a los nuevos gobernadores para que se rearmen (ayer hubo una tibia muestra de ello), se conviertan en una oposición que termine de una vez por todas con el kirchnerismo y que le brinden gobernabilidad. Ese bien que por momentos parece tan escaso, pero que es tan necesario para llegar a 2019 con chances.