DE ASUNTOS PÚBLICOS ARGENTINA

Febrero. Desde adentro y afuera

El mes de febrero se muestra complejo en materia política, como ya sabemos. Sin embargo es nuestra intención aquí trazar un paralelismo sumamente interesante, en este caso, en forma de dicotomía, donde nos proponemos hacer una comparación entre fotos, entre imágenes donde la Argentina se ve desde el exterior y desde adentro.

En el primer caso, tenemos la buena oportunidad de que, pese a una cautela generalizada de inversores, una generalidad de comentarios reflejan una actitud positiva a la hora de hacer una valoración de la situación, o mejor dicho del camino, por el que transita actualmente la Argentina. ¿Qué ven? Básicamente un Gobierno y un Presidente que refleja una voluntad aperturista, con “buenos modales” y ansioso por recibir y ser recibido en el exterior.  En otras palabras, ven que la Argentina está nuevamente “inserta en el mundo”.

Se proyecta una imagen de optimismo, que contra viento y marea se abre camino, incluso frente a ciertos datos de otra realidad, que pareciera desafiar que la “política de un país” externa e interna están guiadas por principios compatibles entre sí.

Luego, tenemos una realidad interna que ciertamente a esta altura parece desprovista de ese optimismo. Ya lo sabemos. El gobierno tuvo un gran triunfo en las últimas elecciones, pero las decisiones de la política económica parecen estar consumiendo un gran parte del capital político ganado.

Los movimientos sociales y los distintos sindicatos continúan agitados y sectores que en otro momento supieron colocarse dentro de la esfera de aliados al gobierno, hoy parecen estar virando su rumbo. Pero no se sabe bien hacia dónde.  Hay una oposición, pero desprovista de programas, propuestas, candidatos y estructura. Su forma parecen ser expresiones mediáticas, pero nada logra por ahora solidificarlas en algo más concreto.

Allí se da la dicotomía, por fuera, algo sólido, sobre lo cual se depositan expectativas, mientras que por adentro, ese nivel de expectativas cae y el ambiente político pierde la armonía.  El Gobierno desde el principio prometió un aluvión de mejoras, pero claro, en ese entonces los costos no eran tenidos demasiado en cuenta, como fue descripto, quizás en otras palabras, por distintos funcionarios.

Uno de los objetivos principales marcados como prioritario, la reducción de la pobreza, sigue sin dar señales claras de avance.  Sin embargo, es prudente decir que es muy complejo revertir cada indicador económico y social adverso siendo un Gobierno, no solamente minoritario, sino novato en muchos aspectos.  En otras palabras, nadie puede pretender una “revolución de cambio” en dos años.

Muchas veces la sociedad, y por supuesto la política argentina, parece olvidar que para los cambios profundos, la velocidad no es el factor determinante. Si lo es, en cambio, el trabajo silencioso, constante y sostenido (sería muy útil evitar las grandilocuencias).

Por esto, algunos autores han mencionado que nuestro país es aún “adolescente”, se ha salido de ciertos obstáculos básicos para la vida de una sociedad en democracia, pero aún nos faltan muchos detalles, de refinamiento y calidad, de esa misma vida.

Mencionando esto, podemos destacar si bien es necesario cambios prácticamente en “todo”, hay algunas cuestiones más urgentes que otras.  Hay un fuerte déficit de confianza, por parte de los Argentinos, que incluso desde la concepción misma de los estados nación, juega un rol preponderante. La Justicia. Que no solamente representa sentencias y fallos, sino la capacidad colectiva de auto evaluación. Una brújula que nos puede marcar hacia donde queremos, o no queremos, ir.

Es cierto. Modificarla, tomaría tiempo, pero aún más tomaría si el proceso no comienza.

Para resumir, vemos que la desincronía o dicotomía tiene como resultado final, la dificultad, la traba, para el cumplimiento de objetivos. Desde el plano externo puede verse una imagen no correspondida hacia adentro, que no refleja exactamente la situación mencionada con la justicia, los sindicatos, etc.

En otra época pasaba exactamente lo mismo, pero a la inversa. La Argentina tenía imagen externa débil e intrascendente para la mayoría de los mercados e inversores, mientras que puertas adentro, un optimismo (no siempre correspondido con datos objetivos) dictaba la agenda.

Así, la Argentina adopta diferentes caras o facetas, y las tiene. No obstante, el trabajo necesario para aumentar la calidad institucional, fortalecer los valores democráticos y principalmente atender a las demandas de la ciudadanía debiese ir en una dirección clara, hacia adelante y de manera evolutiva. Le dejamos al lector la posibilidad de analizar si estamos cumpliendo con ese rumbo.