DE ASUNTOS PÚBLICOS ARGENTINA

Gobierno y Empresariado: Tensiones

 

Parece un capítulo repetido, y lo es.  Hablamos en esta oportunidad de la relación del Gobierno con los empresarios. Exacto. Quizás hasta parezca raro, que un Gobierno que para más de uno representó la expresión de la “llegada de los CEO’s” al poder, tenga tensiones con las cúpulas empresarias. Las hay.

Sin embargo, la realidad no es tan simplista ni tan sencilla de diagramar, distintas clases de empresas, empresarios y también políticos. Como sabemos, uno de los grandes desafíos de la Administración Macri consiste en, no solamente mejorar los índices económicos (como déficit fiscal e inflación), sino también reducir la pobreza y mejorar la inversión. Precisamente en ese punto, “la inversión” radica una de las fuentes de desacuerdo del Gobierno de Mauricio Macri, con un grupo no del todo homogéneo: los empresarios.  En otras palabras, las figuras de lo alto de la Administración Política de Cambiemos, no terminan de confiar en que los empresarios argentinos se comprometan con el cambio que ellos plantean, que “pongan la plata”, como se suele decir.

Básicamente se trata de uno de los síntomas de una relación que nunca terminó de tener armonía, más que en los primeros meses del 2016, por ejemplo. El Gobierno demanda compromiso por parte del empresariado nacional, quien acusa al gobierno entre otras cosas de no modificar de fondo cuestiones laborales y tributarias. Como vemos, la relación Gobierno – Empresarios continua siendo de acusaciones, culpas y responsabilidades, y dichas características estuvieron presentes durante la administración política anterior, y en muchas otras. El resultado de esto es precisamente la falta de inversión, la falta de confianza y de incentivo para la creación de empleo que siguen complicando los objetivos de ambos actores, y de toda la sociedad.

Obviamente, el factor político juega un papel crucial. Mauricio Macri sabe bien que una parte importante del electorado considera a su administración como “un gobierno para ricos” y quizás en ese sentido pueda explicarse, por ejemplo, la breve detención del ex titular de la UIA Carlos Lascurain, acusado por el cobro de obras no realizadas en la mina de Rio Turbio.  Además, es sabida la actitud recelosa que el presidente conserva hacia los “pares” de su padre, Franco Macri.  Quizás el problema sea que se conocen, se conocen bien. Y nadie quiere ceder demasiado.

El corolario de la situación es que se percibe tensión, y no parece que ninguno de los intervinientes esté dando muestras de madurez, ya sea del cambio que pregonó el Gobierno, o del compromiso que muchos empresarios asumieron en foros o coloquios. Por eso decimos que la imagen parece repetida, la de la Argentina que se contenta con las proclamaciones, que no siempre se concretan en políticas o en hechos concretos.

De todas maneras, estamos en el comienzo del año, y nada está dicho todavía. Los números de la economía se muestran optimistas, pero la fragilidad persiste.  Si bien se promueve la inversión, todas estas señales atentan contra su realización. Dependerá de la cintura política y de la capacidad de escucha, saber si este año, no electoral, pero crucial para un posicionamiento en el 2019, resulta tranquilo, o no.