DE ASUNTOS PÚBLICOS ARGENTINA

La elección de “las D”

Se cerraron las listas. ¿Y ahora qué? Ahora comienza la campaña y los candidatos de cada espacio saldrán a captar los votos que no tienen. Como mencionó Juan Germano, Director de Isonomía Consultores en nuestro reciente video #elecciones2017, Argentina vive en una democracia de momentos que refleja un comportamiento que se da en gran parte del mundo.

El momento vendría hacer ese instante en que un votante puede “ir para un lado o para el otro”. En definitiva es dueño de su elección, y como suele decir Martín Lousteau, Ex Embajador y candidato A Diputado nacional   por CABA “…la gente siempre vota bien”. En todo caso, el problema lo tienen aquellos que no pueden influenciar en su decisión para cambiar de parecer según los intereses del espacio político que representan.

Argentina hoy vive una dicotomía muy particular. Muchos lo denominan “la grieta”. El mapa actual nos demuestra que tenemos una gran parte de votantes fanatizados con una opción política y que son un voto cautivo de un espacio determinado. Hay muchos otros, según algunas encuestadoras entre un 30% a 40%, que están en el medio y que en gran parte deciden sobre su elección segundos antes de entrar al cuarto oscuro (si es que votan, porque las democracias comienzan padecer un descontento generalizado en los candidatos que repercute en la participación ciudadana).

La elección de este año tiene la peculiaridad, o debería tenerla al menos, que es una elección de transición, no solo porque es medio término, sino porque su oferta electoral parece tener al país nuevamente especulando por sus resultados en pos de tomar nuevas decisiones . Encontramos en las listas candidatos conocidos, muy conocidos y otros no tanto. La narrativa de cada espacio para buscar a esos “nuevos votos” se centrará en una línea de tiempo, es decir algunos buscarán mostrar el futuro para evitar el pasado, mientras que otros demostrar que el pasado fue tan bueno, que sólo ellos son garantes del futuro. Una tercera línea utilizará el presente como herramienta narrativa para explicar que primero hay que vivirlo para tener un futuro.

También estos comicios se caracterizarán por su formato. Tendremos un sprint proselitista muy influenciado con la digitalización de los contenidos. Llegar de manera más directa a ese electorado que a priori se muestra desinteresado, es clave. En ese sentido, el oficialismo podría llegar a tener mejores posibilidades por tener mayor información segmentada y desagregada ya que cuenta con bases de datos propias del Estado Nacional.

Pero por otro lado, se equiparán las chances entre todos los candidatos, porque hoy internet nos iguala en términos de aparición pública y no se necesitan mucho más recursos que un smartphone y una buena conexión a la red de redes. Viralizar esos contenidos producidos es cuestión de segundos.

A pesar de tener ideas distintas, cada uno de los candidatos tiene como objetivo al mismo votante. Aquel desencantado de la política muchas veces o de las opciones políticas. Muchos de ellos votaron por el actual gobierno para evitar al kirchnerismo. Muchos otros prefirieron darle la oportunidad a otra vertiente para darle sentido a la alternancia de poder (tan necesaria para que se consolide una democracia tan joven como la nuestra). Y otros que inclusive optaron por la actual oposición, hoy no se sienten tan bien representados. Sea cual sea la razón, muchos de estos se sitúan bajo una disyuntiva que en estos días se conoce como desilusión o desencanto.

La desilusión es un estado de ánimo que influye directamente en el voto. Es un arma de doble filo porque inclina al votante a elegir desde la emoción y no siempre desde la razón. Y hoy quizás necesitemos más de la razón que de la emoción para darle real sentido a un país que por momentos parece desencontrado, desconcertado.