DE ASUNTOS PÚBLICOS ARGENTINA

El no cambio y la democracia híbrida

Es diciembre y, como muchos años, un periodo de reflexión, quizás hasta de introspección. Es una época de balances, proyecciones y autocrítica en donde generalmente existe un consenso generalizado en el potencial del crecimiento. El término alemán “Bildung” podría definir lo que en muchos lugares puede suceder: crecimiento personal, educativo y cultural con énfasis en la maduración.

Sin embargo, la realidad argentina se impone. Los sucesos proyectados ayer y el día martes, en los debates en comisión y durante el frustrado intento de tratamiento de la Reforma Previsional expresan, en voz alta por supuesto, que en Argentina tenemos poco de lo que enumeramos arriba. Nicolás Maquiavelo planteó en el siglo XVI el debate entre ser y parecer virtuoso, pero la Argentina parece y es inestable.

Diversos análisis de la situación muestran que la responsabilidad por los disturbios producidos ayer en el centro porteño, más precisamente en el Congreso son compartidos.

Desde el punto de vista del Gobierno, se ha mencionado en numerosos medios que el Gobierno pecó no solamente de un “exceso de optimismo” sino también de un errado diagnóstico de timing político. Quizás subestimaron cuan al tanto de la situación parlamentaria está una parte muy importante de la ciudadanía.

El apuro y la evidente aceleración de todo el tratamiento de la Reforma Previsional, a días del fin de año y en sesiones extraordinarias significaron más que el impulso político del 22 de octubre. Y así fue el resultado: una sesión parlamentaria suspendida con un impacto realmente negativo en la imagen institucional del país, en donde ni siquiera los diputados nacionales dieron el ejemplo.

Por otra parte, ciertos sectores opositores, también se comportaron de manera violenta. Se notó el interés en lograr obstáculos, institucionales o no. Resultan llamativos los disturbios callejeros que se vieron en el mismo momento en que alguna parte de la oposición se sintió titular de la representación total de una idea difusa “el pueblo”. Algunos de los representantes electos, por ejemplo, no dudaron en increpar a colegas parlamentarios, con amenazas y chicanas diversas.

Más allá del contenido técnico de la reforma, que nosotros no abordaremos aquí, creemos que de nada sirven las conferencias internacionales, la membresía a selectos “clubes” internacionales, si en nuestro ADN social, lo que prima es la falta de diálogo y la ausencia de normas elementales de conciencia cívica. Somos una democracia, de eso no hay dudas. Pero no se debe creer que llegar al objetivo “de mínima” es una victoria. Por ello la palabra “híbrida” en nuestro título. Somos una democracia. Pero ¿estamos avanzando en la calidad de la misma?

La democracia argentina continúa intentando resolver problemas del siglo XXI, con comportamientos propios del siglo XX (y a veces incluso del XIX). Hasta tanto no se logre una sincronía entre problemas y soluciones, será extremadamente complejo resolver los grandes problemas de nuestra sociedad.